La historia de Macao es una de encuentros, intercambios y transformaciones. Este pequeño enclave, situado en la costa sur de China, fue durante más de cuatro siglos una excolonia portuguesa. Hoy, bajo la soberanía china y con el estatus de Región Administrativa Especial, con un estatus similar a la exbritánica Hong Kong, Macao se ha convertido en un epicentro de la industria del juego.
En un rinconcito de Asia
La llegada de los portugueses a Macao en 1557 marcó el inicio de un nuevo capítulo en la región. En un mundo donde las potencias europeas buscaban rutas comerciales hacia Asia, Macao se convirtió en un punto de acceso clave entre Oriente y Occidente. Los navegantes portugueses, que ya habían establecido presencia en Goa y Malaca, reconocieron el potencial estratégico de este pequeño puerto chino para sus intereses comerciales. Inicialmente, Macao no fue una colonia en el sentido estricto de la palabra. Funcionó bajo un acuerdo con el Imperio Ming, mediante el cual los portugueses pagaban un tributo anual para poder comerciar y establecerse en la región, caso muy distinto al de Hong Kong que fue arrebatada a los Chinos tras una de las sangrientas guerras del Opio, lo cierto es que el comercio con Portugal a través de Macao y con España a través de las filipinas siempre contribuyeron alas buenas relaciones entre el imperio de los Mandarines y las potencias Ibéricas , caso muy distinto a lo ocurrido con otros países occidentales.
Con el tiempo, los comerciantes lusos consolidaron su influencia, construyendo iglesias, almacenes y viviendas que dieron a Macao un aire marcadamente europeo. Durante los siglos XVI y XVII, Macao floreció como un nodo comercial vital. Sus puertos conectaban a China con Japón, India y Europa, exportando bienes como seda, porcelana y té, a cambio de oro y plata, el mundo estaba cambiando y la ruta de la seda pasaba a verse como algo del pasado mientras el comercio marítimo plantaba las bases del capitalismo comercial en las décadas posteriores. Este auge económico atrajo a misioneros jesuitas, que utilizaron la ciudad como plataforma para difundir el la Fe Asia. La catedral de San Pablo, cuyos restos se han convertido en un ícono de la ciudad, es testimonio de este legado. No obstante, la fortuna de Macao comenzó a declinar en el siglo XVIII.
Para mediados del siglo XIX, Macao había pasado de ser un eje comercial a convertirse en un remanso olvidado bajo administración portuguesa. El siglo XX trajo consigo cambios drásticos para Macao. La Segunda Guerra Mundial y la ocupación japonesa de gran parte de Asia dejaron a Macao en una posición precaria. Aunque Portugal logró mantener la neutralidad oficial durante el conflicto, la ciudad sufrió escasez de alimentos y recursos, y su economía quedó al borde del colapso. Después de la guerra, la llegada al poder del Partido Comunista en China en 1949 marcó un punto de inflexión. Aunque Macao continuó bajo administración portuguesa, las tensiones entre los gobiernos de Lisboa y Pekín se intensificaron. En 1966, durante la Revolución Cultural, estallaron disturbios en Macao que reflejaban el creciente descontento de la población local con el gobierno colonial. Portugal, debilitado por su propia inestabilidad política, adoptó una postura pragmática y comenzó a delegar más responsabilidades administrativas en las autoridades chinas. El declive del poder colonial portugués se hizo evidente tras la Revolución de los Claveles en 1974, que consolido el cambio político en Portugal. En el caso de Macao, sin embargo, la transición fue más gradual. Las negociaciones entre Lisboa y Pekín culminaron en la Declaración Conjunta Sino-Portuguesa de 1987, que estableció las condiciones para la transferencia de soberanía en 1999. Este acuerdo garantizaba que Macao mantendría su sistema político y económico durante 50 años después de la transferencia, bajo el principio de «un país, dos sistemas». El 20 de diciembre de 1999, Macao regresó oficialmente a la soberanía china. Este evento, marcado por ceremonias solemnes y un fuerte simbolismo político, cerró un capítulo de más de 400 años de dominio portugués. A diferencia de Hong Kong, cuya transferencia en 1997 estuvo acompañada de manifestaciones masivas, el retorno de Macao fue relativamente tranquilo, en parte debido a su menor tamaño y a la composición demográfica de su población. Desde entonces, Macao ha experimentado una transformación espectacular. Bajo el estatus de Región administrativa especial, la ciudad ha aprovechado su autonomía para convertirse en el líder mundial en la industria del juego, superando incluso a Las Vegas en ingresos. Sin embargo, su éxito económico también plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de un modelo basado casi exclusivamente en el turismo y las apuestas, actividad que por cierto esta técnicamente prohibida en la China continental.
La liberalización de 2002 y la típica hipocresía asiática en lo que refiere a los juegos azar.
El año 2002 marcó un hito crucial en la historia de Macao. Hasta entonces, el negocio de los casinos estaba monopolizado por Stanley Ho, un magnate que había controlado la industria durante décadas con mano firme y una visión que moldeó el panorama económico de la región. Sin embargo, la liberalización del sector en ese año cambió para siempre el destino de esta pequeña región administrativa especial. Fue una apuesta audaz: permitir la entrada de gigantes internacionales como Wynn Resorts y Sands, lo que dio lugar a una explosión económica sin precedentes. Este proceso de apertura transformó a Macao, llevándola de ser un modesto enclave con tintes coloniales a convertirse en el epicentro mundial del juego y el entretenimiento.
Esto llama la atención por una cuestión fundamental; el juego es ilegal en China. Naturalmente Macao por su condición especial tiene una suerte de privilegio para saltarse esta prohibición , y lo cierto es que el hecho que China prohíba el juego no es extraño en la región , a pesar de las diferencias políticas Japón hace lo mismo, sin embargo los últimos estudios sugieren más ludopatía que nunca en esta región ¿Cómo es posible? Sencillo , siempre hay una letra pequeña , estos países se hacen trampas al solitario. China permite el juego en Macao , que es para el sur de China lo que Las Vegas al sur de California, por su parte Japón permite los llamados “Pachinko” donde se cambian dinero por bolas y esas bolas por premios o dinero. Esto ha ocurrido así tradicionalmente pero lo cierto es que los juegos estilo “Gachapon” que funcionan con un mecanismo muy similar a las tragaperras son ahora enormemente populares en esta región del mundo, sirva al lector como punto de referencia que ya han sido regulados en la Unión Europea por este mismo motivo.
Como sea en cuestión de pocos años, Macao superó a Las Vegas en ingresos por juego, consolidándose como el principal destino global para los apostadores. En 2019, los casinos de Macao generaron más de 36 mil millones de dólares en ingresos brutos, una cifra que representaba alrededor del 80% del PIB local. Imaginemos esto: una economía casi completamente sostenida por el flujo constante de turistas chinos adinerados y jugadores de alto nivel que consideraban a Macao como su última meca del lujo y la fortuna. Pero, ¿cuál es el verdadero costo de este aparente éxito?
Aunque el crecimiento económico ha sido espectacular, no todo son buenas noticias. La dependencia extrema del juego ha creado una economía monocultural, vulnerable a los cambios en la política china o a crisis globales como la pandemia de COVID-19, que paralizó la llegada de turistas y puso en evidencia las debilidades estructurales del modelo económico de Macao. Además, los beneficios económicos no se han traducido en mejoras sustanciales para todos los residentes. Los precios de la vivienda se han disparado, cosa bastante común en muchos lugares del mundo pero especialmente grave en lugares como Macao. Dejando a muchos ciudadanos locales en una situación de vulnerabilidad.
Un problema que las autoridades de la región tienen es que la prosperidad de la sobredimensionada industria del juego, no se extiende a otros ámbitos de la economía local. Aunque los casinos deslumbran con su opulencia, actúan como “economías dentro de economías”, creando empleo principalmente en servicios relacionados con el juego, pero sin generar un efecto multiplicador significativo en otras áreas. El comercio local, la manufactura y otros sectores tradicionales han quedado rezagados.
Para muchos, Macao se ha convertido en una jaula dorada. Por un lado, disfruta de una prosperidad económica que otras regiones de China solo pueden envidiar. Por otro, enfrenta los retos de una economía hiperconectada y los costos sociales de ser el epicentro mundial del juego. La pregunta que queda en el aire es si este modelo, tan dependiente de factores externos y tan frágil ante las crisis, podrá sostenerse a largo plazo.
El ultimo de su clase
Macao, con sus luces brillantes y sus récords de ingresos, es tanto un milagro económico como una advertencia silenciosa. Su transformación en el líder global de la industria del juego ilustra el poder de la liberalización y la globalización para cambiar el destino de una región. Sin embargo, también expone los riesgos inherentes a una economía monocultural y dependiente de factores externos. La ciudad, atrapada entre su identidad histórica como un enclave portugués y su realidad actual como un motor de la economía china, enfrenta un futuro incierto.
La liberalización trajo prosperidad, sí, pero también desigualdad, problemas sociales y una dependencia preocupante del turismo y el juego. La cuestión de cómo diversificar su economía y reducir las tensiones sociales será crucial en las próximas décadas. Macao podría servir como un caso de estudio para otras economías en desarrollo que buscan crecimiento rápido a través de industrias específicas, mostrando que el éxito económico sin sostenibilidad ni inclusión social es un camino peligroso.
Macao es una paradoja viva: un lugar donde Oriente y Occidente se encuentran, donde la tradición y la modernidad chocan, y donde el éxito económico viene con un alto precio social. La mayoría de los lugares como Macao ya han desparecido o cambiado tanto que serían irreconocibles, por la propia paradoja del barco de Teseo es difícil saber donde dibujamos la línea de que siga siendo el mismo lugar. La Nagasaki de las carabelas despareció en el hongo radiactivo de Fat Man y las grandes ciudades de las Filipinas fueron deshispanizadas a marchas forzadas en un trabajo operativo entre japonés y yankis. El hecho de Macao sirva como valuaba de escape para la ludopatía de la China Continental le da una débil salvaguarda para impedir temporalmente su absorción como es públicamente la intención del Partido Comunista, veremos cuantas piezas portuguesas quedan en este barco Chino en las próximas décadas.
Fuentes
Victor Zheng y Eva P. W. Hung, Evaluating the Economic Impact of Casino Liberalization in Macao.
Lo, S. S.-H. (2020). Casino capitalism, society and politics in China’s Macau. Cambridge Scholars Publishing.






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