El día que cayó el último (y único) rey de Andorra

Nos adentramos en la historia del desconocido “Boris I” el estafador Ruso que prometió convertir Andorra en nuevo Mónaco. 

En los imponentes Pirineos, entre España y Francia, se encuentra uno de los enclaves más singulares de Europa: el Principado de Andorra. Este pequeño estado, con sus apenas 468 kilómetros cuadrados, ha mantenido a lo largo de los siglos una independencia que desafía las lógicas de su geografía y su posición política. Gobernado bajo un sistema de coprincipado compartido por el presidente de Francia y el obispo de Urgell, Andorra es un testimonio viviente de cómo la historia y la diplomacia pueden articular una identidad nacional perenne. Sin embargo, pocos conocen los eventos dramáticos que marcaron la historia moderna de este principado: el fugaz reinado de Boris I y una breve invasión francesa que expuso su vulnerabilidad.

Un sistema único en el mundo

Para comprender el contexto de los eventos que se narran, es crucial entender la estructura política de Andorra, que tiene sus raíces en los pariatges de 1278. Estos acuerdos medievales establecieron el coprincipado, un arreglo dual único que asigna la soberanía compartida a dos copríncipes: el obispo de la Seu d’Urgell y, desde el siglo XVII, el jefe de Estado de Francia. Este equilibrio ha sido fundamental para mantener la independencia de Andorra frente a sus dos poderosos vecinos.

Sin embargo, a inicios del siglo XX, el principado comenzó a enfrentarse a los retos de la modernidad. La llegada de la electricidad, el turismo y las demandas de reformas democráticas sacudieron sus cimientos tradicionales. En este contexto, emergieron figuras como Boris Skossyreff, un aventurero ruso que marcó un episodio insólito en la historia andorrana.

Boris I: un ruso en el trono de Andorra

En 1934, Boris Skossyreff llegó a Andorra con una personalidad magnética y una historia personal envuelta en el misterio, es un personaje que de haber realizado similares correrías en lugares no tan remotos como la nación pirenaica que nos ocupa bien habría sido merecedor de su propia adaptación a la gran pantalla . Nacido en Vilna en 1896, Boris había recorrido Europa como diplomático y empresario. Aunque sus verdaderos motivos nunca fueron del todo claros, su carácter carismático y su capacidad para conectar con la elite local lo convirtieron en un candidato perfecto para los descontentos con el sistema político vigente. Boris prometió modernizar Andorra, convertirla en un paraíso fiscal y un centro turístico de renombre internacional. Con un discurso que mezclaba pragmatismo económico y una pizca de teatralidad, ganó el respaldo de una facción del Consell General, el parlamento andorrano.

El 7 de julio de 1934, Boris Skossyreff se proclamó “Rey de los Andorranos” bajo el nombre de Boris I. En su manifiesto, anunció una nueva constitución que eliminaba los privilegios de los copríncipes y prometía libertades civiles y una economía abierta. Sin embargo, esta proclamación encendió los ánimos de los copríncipes, especialmente del obispo Justí Guitart i Vilardebó. La iglesia, alarmada por la osadía de Boris y su amenaza a la autoridad episcopal, solicitó ayuda a las autoridades españolas.

El 20 de julio, menos de dos semanas después de su ascenso al “trono”, Boris I fue arrestado por la Guardia Civil española en Andorra la Vella y deportado a Barcelona. Su breve reinado terminó sin resistencia armada, pero dejó una marca indeleble en la historia del principado. Esta la ultima invasión que sufría el pequeño estado hasta la actualidad. Pero sorprendentemente no la primera.

La invasión francesa de 1933

Un año antes del episodio de Boris I, Andorra había enfrentado un evento igualmente dramático: una invasión militar francesa. Este incidente fue provocado por una revuelta interna que puso en evidencia las tensiones entre los copríncipes y el Consell General. El 5 de abril de 1933, un grupo de andorranos, insatisfechos con las restricciones electorales y las condiciones políticas, organizó una protesta en Andorra la Vella exigiendo reformas democráticas.

La revuelta fue un momento crítico en la historia política del principado. Aunque pacífica, alarmó a las autoridades francesas, que temían que la inestabilidad pudiera extenderse a su frontera. El 17 de marzo, un destacamento de gendarmes franceses cruzó la frontera y ocupó el principado, ostensiblemente para restaurar el orden. La ocupación fue breve, pero simbólicamente poderosa: demostró cómo la soberanía de Andorra podía ser cuestionada ante cualquier signo de debilidad interna.

Entre dos aguas 

Tanto el reinado de Boris I como la invasión francesa dejaron huellas profundas en la memoria colectiva de Andorra. Estos eventos pusieron de manifiesto la necesidad de modernizar el sistema político sin comprometer la soberanía del principado. Además, subrayaron la importancia de la diplomacia y la capacidad de adaptación de un microestado en un entorno internacional cada vez más complejo.

En 1993, la aprobación de una nueva constitución transformó a Andorra en una democracia parlamentaria moderna, aunque el coprincipado se mantuvo como símbolo de su historia y tradición. Este proceso de modernización no habría sido posible sin los aprendizajes derivados de los conflictos y crisis del siglo XX.

La historia de Andorra es un testimonio de cómo un pequeño estado puede navegar entre las demandas de la modernidad y la preservación de sus tradiciones. El episodio de Boris I y la invasión francesa de 1933 son recordatorios de su fragilidad, pero también de su resiliencia. Hoy, Andorra entre todas sus polémicas de «youtubers» y especulación sigue progresando , en 2018 el país abandono finalmente la lista de paraísos fiscales de la UE y va camino de de convertirse en un gran centro de la innovación en Europa, veremos como los nuevos capitales e inmigrantes acaban por convertir a estos pequeños pueblos en medio de la montaña que por azares del destino se convirtieron en el único coprincipado del mundo.

Fuentes:

  • “Entre dos fuegos: Andorra, 1930-1945” por Tomás José Baliño Fernández.
  • Zwehl, E. V. (1982). Der Mann in Jalta: Hitlers geheimer Auftrag an Boris von Skossyreff.

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